Reflexión diaria
Donde esté tu tesoro, allí estás tu corazón.
Jesucristo dice: donde cada uno tiene su tesoro, allí tiene su corazón. Por eso los santos no estiman ni aman otro tesoro que a Jesucristo; todo su corazón y todo su afecto tienen en el Santísimo Sacramento.
San Alfonso María Ligorio
Doctor de la Iglesia
Reflexión diaria
Para alcanzarnos innumerables gracias y misericordias.
Así como Jesucristo esta vivo en el cielo rogando siempre por nosotros, así también en el Santísimo Sacramento del altar, continuamente de día y de noche esta haciendo este piadoso oficio de abogado nuestro, ofreciéndose al Eterno Padre como victima, para alcanzarnos innumerables gracias y misericordias.
San Alfonso María Ligorio
Doctor de la Iglesia
Reflexión diaria
También para ser conservado en el sagrario.
Siendo el pan una comida que nos sirve de alimento y se conserva guardándole, Jesucristo quiso quedarse en la tierra bajo las especies de pan, no solo para servir de alimento a las almas que lo reciben en la sagrada Comunión, sino también para ser conservado en el sagrario y hacerse presente a nosotros, manifestándonos por este eficacísimo medio el amor que nos tiene.
San Alfonso María Ligorio
Doctor de la Iglesia
Reflexión diaria
El gran deseo que tiene Jesús de unirse a nosotros.
…Y para inclinarnos a recibirle nos alienta con la promesa del paraíso: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna” Jn 6, 55. “El que come este pan vivirá eternamente” Jn 6, 58. En suma, a quien no comulgare, le amenaza con excluirlo del paraíso y lanzarlo al infierno: “Si no comiereis la carne del Hijo del hombre y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros” Jn 6, 54. Estas invitaciones, estas promesas y estas amenazas nacen todas del gran deseo que tiene de unirse a nosotros en este sacramento.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
Nos alienta con la promesa del paraíso.
Para que nos resolviéramos a recibirle en la sagrada comunión, no sólo nos exhorta a ello con repetidas invitaciones: “Venid a comer de mi pan y bebed del vino que he mezclado” Prov 9, 15. “Comed, amigos; bebed y embriagaos, queridos” Cant 5, 1, sino que también nos lo impone de precepto: “Tomad y comed; éste es mi Cuerpo” I Cor 11, 24…
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
Quiso ocultarse bajo las especies de pan.
Para que con mayor facilidad pudiéramos recibirle, quiso ocultarse bajo las especies de pan. Si se hubiera ocultado bajo las apariencias de un alimento raro o de subido precio, los pobres quedarían privados de él; pero no; Jesucristo quiso quedarse bajo las especies de pan, que está barato y todos lo pueden hallar, para que todos y en todos los países lo puedan hallar y recibir.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
¡Qué ansias tiene Jesucristo de unirse a nuestra alma!
Oh, ¡y qué ansias tiene Jesucristo de unirse a nuestra alma en la sagrada comunión! “Con deseo deseé comer esta Pascua con vosotros antes de padecer” Lc. 22, 15, así dijo en la noche de la institución de este sacramento de amor. Con deseo deseé: así le hizo exclamar el amor inmenso que nos tenía, comenta San Lorenzo Justiniano.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
Soy yo mismo quien me doy todo a vosotros.
Cuando Jesucristo reveló a sus discípulos este sacramento que nos quería dejar, se resistían a creerlo y se apartaban de Él, diciendo: “¿Cómo puede éste darnos a comer su sangre?” Jn 6, 53. “Duro es este lenguaje. ¿Quién sufre el oírlo?” Jn 6, 61. Pues bien, lo que los hombres no podían pensar ni creer, lo pensó y ejecutó el grande amor de Jesucristo. Tomad y comed, dijo a sus discípulos, y en ellos a todos nosotros; tomad y comed, dijo antes de salir a su pasión. Pero, ¡oh Salvador del mundo!, y ¿cuál es el alimento que antes de morir nos queréis dar? “Tomad y comed -me respondéis-, éste es mi cuerpo” 1 Cor. 11, 24; no es éste alimento terreno, sino que soy yo mismo quien me doy todo a vosotros.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
Prenda del paraíso que quiere darnos.
Más lejos va todavía San Bernardo al llamar a este sacramento “amor de los amores”, pues este don encierra todos los restantes dones que el Señor nos hizo, la creación, la redención, la predestinación a la gloria, porque, como canta la Iglesia, la Eucaristía no sólo es prenda del amor que Jesucristo nos tiene, sino también prenda del paraíso que quiere darnos. Por eso San Felipe Neri no acertaba a llamar a Jesucristo en el Santísimo Sacramento sino con el nombre de amor, y al cabo de su vida, cuando le llevaron el Viático, exclamó: “He aquí el amor mío, dame a mi amor”.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
Si alguna vez dudáramos de su amor.
Por eso Santo Tomás llamaba a este sacramento “sacramento de caridad, prenda de caridad. Sacramento de amor”, porque sólo el amor fue el que impulsó a Jesucristo a darse a nosotros en él; y “prenda de amor”, porque si alguna vez dudáramos de su amor, halláramos de él una garantía en este sacramento. Como si hubiera dicho nuestro Redentor al dejarnos este don: ¡Oh almas!, si alguna vez dudáis de mi amor, he aquí que me entrego a vosotras en este sacramento; con tal prenda a vuestra disposición, ya no podréis tener duda de mi amor, y de mi amor extraordinario.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
Todas las riquezas del amor que tenía reservadas.
Según el Concilio de Trento, en este don de la Eucaristía quiso Jesucristo como derramar sobre los hombres todas las riquezas del amor que tenía reservadas. Y nota el Apóstol que Jesús quiso hacer este regalo a los hombres en la misma noche en que éstos maquinaban su muerte. San Bernardino de Siena es de la opinión de que Jesucristo, “ardiendo de amor a nosotros y no contento con aprestarse a dar su vida por nuestra salvación, se vio como forzado por el ímpetu del amor a ejecutar antes de morir la obra más estupenda, cual era darnos en alimento su cuerpo”.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
Nos dejasteis a vos mismo, sin reservaros nada.
Dice San Bernardino de Siena que las pruebas de amor que se dan en la muerte quedan más grabadas en la memoria y son las más apreciadas. De ahí que los amigos, al morir, acostumbren dejar a las personas queridas en vida un don cualquiera, un vestido, un anillo, en prenda de su afecto. Pero vos, Jesús, mío, al partir de este mundo, ¿qué nos dejasteis en prenda de vuestro amor? No ya un vestido ni un anillo, sino que nos dejasteis vuestro cuerpo, vuestra sangre, vuestra alma, vuestra divinidad y a vos mismo, sin reservaros nada. “Se te ha dado por entero -dice San Juan Crisóstomo-, no reservándose nada para sí”.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
Ni más tierno ni más amoroso que en la Eucaristía.
San Francisco de Sales dijo: “En ninguna obra puede considerarse al Salvador ni más tierno ni más amoroso que en ésta, en la que se aniquiló, por decirlo así, y se redujo a alimento para penetrar nuestras almas y unirse enteramente al corazón y hasta al cuerpo de sus fieles”. Y dice San Juan Crisóstomo que Jesucristo, por el ardiente amor que nos profesaba, quiso unirse de tal manera a nosotros, que no fuéramos más que una sola y misma cosa.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
Inventó el modo de darse todo a cada uno de nosotros.
No bastó a su amor el haberse dado por completo al género humano en su encarnación y en su pasión, muriendo por todos los hombres, sino que inventó el modo de darse todo a cada uno de nosotros, para lo que instituyó el sacramento del altar, a fin de unirse a cada uno de nosotros, como Él mismo dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece y yo en él” Jn 6, 57. En la sagrada comunión, Jesús se une al alma y el alma a Jesús, siendo esta unión no de mero afecto, sino muy real y verdadera.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
El dársenos Jesucristo en alimento fue el último grado del amor.
Hablando San Lorenzo Justiniano con Jesús, le dice: “¡Oh Dios!, enamorado de nuestras almas, por medio de este sacramento dispusiste que tu corazón y el nuestro fueran un solo corazón inseparablemente unido”. Y San Bernardino de Siena añade que “el dársenos Jesucristo en alimento fue el último grado del amor, porque unión más cabal y completa no puede darse cual la que hay entre el manjar y quien lo come”. ¡Oh, cuánto se complace Jesucristo en estar unido con nuestra alma! Él mismo lo dijo cierto día, después de la sagrada comunión, a su querida sierva Margarita de Iprés: “Mira, hija mía, la hermosa unión que entre nosotros existe; ámame, en adelante permanezcamos siempre unidos en el amor y no nos separemos ya más”.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo