Reflexión diaria
Les doy mi Sangre y mi Carne por alimento.
Uno gime en el abandono, en el olvido, quisiera encontrar un padre, viene a los pies de mi cruz y Yo me hago padre dándole habitación en mis llagas, por bebida mi Sangre, por alimento mi Carne, y por herencia mi mismo Reino.
Jesús a la S.de D. Luisa Piccarreta
Reflexión diaria
Divinizo a quien quiere ser divinizado por mí.
A unos los consuelo, a otros los fortalezco, pido perdón al Padre por todos; estoy ahí para enriquecer a algunos, para desposarme con otros, velo por todos; defiendo a quien quiere que yo lo defienda; divinizo a quien quiere ser divinizado por mí; acompaño a quien quiere compañía; lloro por los incautos y por los depravados; me vuelvo adorador perpetuo para reintegrar la armonía universal y para hacer que se cumpla el supremo designio divino, que es la glorificación absoluta del Padre, en el perfecto homenaje que él pide, pero que no todas las criaturas le dan, y que fue la razón por la que me quedé en este Sacramento.
Jesús a la Sierva de Dios Luisa Piccarreta
Reflexión diaria
Alimentarse de mí en mi Sacramento.
Yo anhelo nacer en el corazón de todos los mortales y por eso obedezco a quien me llama del cielo para inmolarme sobre el altar; me humillo esperando, llamando, enseñando, iluminando, y quien quiere puede alimentarse de mí en mi Sacramento.
Jesús a la Sierva de Dios Luisa Piccarreta
Reflexión diaria
Ser Eucaristía para Jesús 3.
Jesús, así como tú te has hecho mi alimento y me das todo, también yo me he hecho alimento tuyo, no me queda otra cosa que darte, porque todo lo que soy, todo es tuyo.
Sierva de Dios Luisa Piccarreta
Reflexión diaria
Ser Eucaristía para Jesús 2.
Cuando el alma se nutre de la Eucaristía, yo, viendo el verdadero fruto de mi alimento, el cual es divinizar al alma y convertir todo en mí, me alimento del alma, es decir, de sus pensamientos, de su amor y de todo lo demás que es suyo.
Sierva de Dios Luisa Piccarreta
Reflexión diaria
Ser Eucaristía para Jesús.
Así como Yo me hago alimento de la criatura, la criatura puede hacerse mi alimento, convirtiendo todo su interior en mi alimento, de modo que sus pensamientos, afectos, deseos, inclinaciones, latidos, suspiros, su amor, todo, todo lo deberían hacer para mí.
Sierva de Dios Luisa Piccarreta
Reflexión diaria
El sacrificio es continuo, perpetuo.
En el sacramento de la Eucaristía, el sacrificio es continuo, perpetuo, es la fuerza que hago al Padre para que use Misericordia con las criaturas y con las almas para obtener su amor, y me encuentro en continuo contraste de morir continuamente, si bien todas muertes de amor.
Sierva de Dios Luisa Piccarreta
Reflexión diaria
Dos corazones palpitando juntos.
En cuanto desciendo en el corazón de quien vive en mi Voluntad, pronto consumo los accidentes de la hostia, porque sé que accidentes más nobles y a mí más queridos están listos para aprisionarme, para no hacerme salir de aquel corazón que me dará no sólo vida en él, sino vida por vida; no estaré solo, sino que estaré con mi más fiel compañía, seremos dos corazones palpitando juntos, amaremos unidos, nuestros deseos serán uno solo, así que Yo permanezco en ella y en ella hago vida, vivo y verdadero, como la hago en el Santísimo Sacramento.
Jesús a la Sierva de Dios Luisa Piccarreta
Volumen 16; 5 de Noviembre de 1923
Reflexión diaria
Renazco en cada hostia consagrada.
Yo nací una vez; pero ese nacimiento me hace nacer continuamente, renazco en cada hostia consagrada, renazco cada vez que la criatura vuelve a mi gracia; mi primer nacimiento me dio lugar para hacerme nacer siempre.
S.D. Luisa Piccarreta
Diario Vol XIX, Feb 1 1926
Reflexión diaria
En la Santa Misa está encerrado todo el misterio de nuestra santa religión.
Mientras participaba al Santo Sacrificio de la Misa, Jesús me daba a entender que en la Santa Misa, bien considerada hasta el fondo del misterio que se desarrolla, está encerrado en ella todo el misterio de nuestra sacrosanta religión. ¡Ah! Sí, la Santa Misa nos da a conocer todo, y sin palabras nos habla al corazón de todo el infinito amor de Dios con expansión inaudita, y que tan generosamente se le ha dado al hombre para su provecho. Nos recuerda siempre nuestra redención cumplida; nos hace recordar parte por parte las penas que Jesús sufrió por nosotros, ingratos a su amor; nos hace comprender que él, no estando satisfecho de haber muerto sobre la cruz una sola vez por nosotros, quiso todo él difundirse siempre más en su inmenso amor, mediante la institución de este perenne sacrificio, para continuar su estado de víctima en la Santísima Eucaristía.
Sierva de Dios Luisa Piccarreta; Diario, volumen 1
Reflexión diaria
La Santa Misa nos hace considerar la vida, pasión y muerte de Jesús.
La Santa Misa nos hace considerar la vida, pasión y muerte de Jesús, a la cual le sigue su gloriosa resurrección, con la diferencia de que todo esto fue vivido por la humanidad de Cristo y se cumplió durante el transcurso de 33 años, pasados realmente en las diferentes vicisitudes de la vida, mientras que en la Santa Misa, místicamente y en un breve espacio de tiempo, se renueva todo, en un estado de verdadero aniquilamiento, en el que las especies sacramentales contienen a Jesús vivo y verdadero, hasta que no lleguen a consumirse; de manera que después ya no existe su presencia sacramental en nuestros corazones, sino que regresa al seno de su divino Padre, como cuando resucitó de la muerte. Y luego, al ser consagradas nuevamente en la Santa Misa otras especies, desciende de nuevo a tomar el estado de víctima de paz y de amor propiciatorio, por lo que se renueva su estado sacramental para provecho nuestro, como viadores, y para satisfacción y gloria de su eterno Padre.
Así, en el sacramento, nos recuerda la resurrección de nuestros cuerpos a la gloria, ya que, como él, cesando su estado sacramental se va a residir al seno de su Padre, así las almas humanas, cesando su estado de vida presente, pasarán a morar eternamente en las moradas del cielo en el seno de Dios, mientras que nuestros cuerpos se consumarán al igual que las especies sacramentales, como si ya no tuvieran existencia; pero después, con un prodigio de la omnipotencia de Dios, adquirirán la vida el día de la Resurrección Universal, y unidos a la propia alma se irán a gozar, si fueron buenos, la eterna bienaventuranza de Dios; mas en el caso contrario, se apartarán de Dios, para sufrir los más atroces y eternos tormentos.
Sierva de Dios Luisa Piccarreta
Diario, volumen 1
Reflexión diaria
Renazco en cada hostia consagrada.
Yo nací una vez; pero ese nacimiento me hace nacer continuamente, renazco en cada hostia consagrada, renazco cada vez que la criatura vuelve a mi gracia; mi primer nacimiento me dio lugar para hacerme nacer siempre.
S.D. Luisa Piccarreta
Diario Vol XIX, Feb 1 1926
Reflexión diaria
Dos corazones palpitando juntos.
En cuanto desciendo en el corazón de quien vive en mi Voluntad, pronto consumo los accidentes de la hostia, porque sé que accidentes más nobles y a mí más queridos están listos para aprisionarme, para no hacerme salir de aquel corazón que me dará no sólo vida en él, sino vida por vida; no estaré solo, sino que estaré con mi más fiel compañía, seremos dos corazones palpitando juntos, amaremos unidos, nuestros deseos serán uno solo, así que Yo permanezco en ella y en ella hago vida, vivo y verdadero, como lo hago en el Santísimo Sacramento.
Jesús a la Sierva de Dios Luisa Piccarreta
Volumen 16; 5 de Noviembre de 1923
Reflexión diaria
La Santa Misa nos hace considerar la vida, pasión y muerte de Jesús.
La Santa Misa nos hace considerar la vida, pasión y muerte de Jesús, a la cual le sigue su gloriosa resurrección, con la diferencia de que todo esto fue vivido por la humanidad de Cristo y se cumplió durante el transcurso de 33 años, pasados realmente en las diferentes vicisitudes de la vida, mientras que en la Santa Misa, místicamente y en un breve espacio de tiempo, se renueva todo, en un estado de verdadero aniquilamiento, en el que las especies sacramentales contienen a Jesús vivo y verdadero, hasta que no lleguen a consumirse; de manera que después ya no existe su presencia sacramental en nuestros corazones, sino que regresa al seno de su divino Padre, como cuando resucitó de la muerte. Y luego, al ser consagradas nuevamente en la Santa Misa otras especies, desciende de nuevo a tomar el estado de víctima de paz y de amor propiciatorio, por lo que se renueva su estado sacramental para provecho nuestro, como viadores, y para satisfacción y gloria de su eterno Padre.
Así, en el sacramento, nos recuerda la resurrección de nuestros cuerpos a la gloria, ya que, como él, cesando su estado sacramental se va a residir al seno de su Padre, así las almas humanas, cesando su estado de vida presente, pasarán a morar eternamente en las moradas del cielo en el seno de Dios, mientras que nuestros cuerpos se consumarán al igual que las especies sacramentales, como si ya no tuvieran existencia; pero después, con un prodigio de la omnipotencia de Dios, adquirirán la vida el día de la Resurrección Universal, y unidos a la propia alma se irán a gozar, si fueron buenos, la eterna bienaventuranza de Dios; mas en el caso contrario, se apartarán de Dios, para sufrir los más atroces y eternos tormentos.
Sierva de Dios Luisa Piccarreta; Diario, volumen 1
Reflexión diaria
En la Santa Misa está encerrado todo el misterio de nuestra santa religión.
Mientras participaba al Santo Sacrificio de la Misa, Jesús me daba a entender que en la Santa Misa, bien considerada hasta el fondo del misterio que se desarrolla, está encerrado en ella todo el misterio de nuestra sacrosanta religión. ¡Ah! Sí, la Santa Misa nos da a conocer todo, y sin palabras nos habla al corazón de todo el infinito amor de Dios con expansión inaudita, y que tan generosamente se le ha dado al hombre para su provecho. Nos recuerda siempre nuestra redención cumplida; nos hace recordar parte por parte las penas que Jesús sufrió por nosotros, ingratos a su amor; nos hace comprender que él, no estando satisfecho de haber muerto sobre la cruz una sola vez por nosotros, quiso todo él difundirse siempre más en su inmenso amor, mediante la institución de este perenne sacrificio, para continuar su estado de víctima en la Santísima Eucaristía.
Sierva de Dios Luisa Piccarreta; Diario, volumen 1