Reflexión diaria
Todas las riquezas del amor que tenía reservadas.
Según el Concilio de Trento, en este don de la Eucaristía quiso Jesucristo como derramar sobre los hombres todas las riquezas del amor que tenía reservadas. Y nota el Apóstol que Jesús quiso hacer este regalo a los hombres en la misma noche en que éstos maquinaban su muerte. San Bernardino de Siena es de la opinión de que Jesucristo, “ardiendo de amor a nosotros y no contento con aprestarse a dar su vida por nuestra salvación, se vio como forzado por el ímpetu del amor a ejecutar antes de morir la obra más estupenda, cual era darnos en alimento su cuerpo”.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
El dársenos Jesucristo en alimento fue el último grado del amor.
Hablando San Lorenzo Justiniano con Jesús, le dice: “¡Oh Dios!, enamorado de nuestras almas, por medio de este sacramento dispusiste que tu corazón y el nuestro fueran un solo corazón inseparablemente unido”. Y San Bernardino de Siena añade que “el dársenos Jesucristo en alimento fue el último grado del amor, porque unión más cabal y completa no puede darse cual la que hay entre el manjar y quien lo come”. ¡Oh, cuánto se complace Jesucristo en estar unido con nuestra alma! Él mismo lo dijo cierto día, después de la sagrada comunión, a su querida sierva Margarita de Iprés: “Mira, hija mía, la hermosa unión que entre nosotros existe; ámame, en adelante permanezcamos siempre unidos en el amor y no nos separemos ya más”.
San Alfonso María de Ligorio
Práctica del amor a Jesucristo
Reflexión diaria
La Santa Misa es el don más grande que se puede ofrecer.
La Santa Misa es el don más grande que se puede ofrecer al Señor por las almas, para sacarlas del purgatorio, librarlas de sus penas y llevarlas a gozar de la gloria.
San Bernardino de Siena
Reflexión diaria
San José y la Eucaristía.
San José procuró a todos los elegidos el Pan del Cielo que sustenta la vida divina.
San Bernardino de Siena
Reflexión diaria
La Santa Misa es el don más grande que se puede ofrecer.
La Santa Misa es el don más grande que se puede ofrecer al Señor por las almas, para sacarlas del purgatorio, librarlas de sus penas y llevarlas a gozar de la gloria.
San Bernardino de Siena