Reflexión diaria
¡Qué distinto sería!
¡Oh cuán distintas serían, en verdad, las familias, las ciudades, las naciones y el mundo entero si las almas todas, acercándose con frecuencia a este divino horno de amor, recibieran en sí una centella de aquel fuego hasta formar en ellas un benéfico incendio que destruyese todas las impurezas, limpiase todas las escorias, suavizase todas las diferencias, redujese a ceniza todos los egoísmos y calentase la frialdad de los corazones, devolviéndoles el palpitar sincero del amor fraternal y generoso!
Siervo de Dios S.S. Pio XII
Reflexión diaria
Venid y comed mis panes y bebed el vino que os he mezclado.
¿Quieres comer?, ¿quieres beber? Ven al banquete de la sabiduría, que invita a todos con gran voz diciendo: Venid y comed mis panes y bebed el vino que os he mezclado Prov 9,5. ¿Te deleitan los cánticos que entretienen al que come? Oye a la Iglesia, que exhorta y canta no sólo en sus himnos, sino en el Cantar de los Cantares: Comed, mis allegados, y bebed y embriagaos, hermanos míos** Catn 5,1. Pero esta embriaguez hace sobrios; esta es embriaguez de gracia, no de borrachera. Produce alegría, no vacilación.
San Ambrosio
Doctor de la Iglesia
Reflexión diaria
Es como si Jesucristo descendiera por primera vez a la tierra.
Cuando celebras la Santa Misa o la oyes, debe ser para ti este misterio tan grande, tan digno de tu amor, tan nuevo, como si Jesucristo, descendiendo en aquel punto por primera vez a la tierra, se hiciera hombre en el seno de la Virgen.
Beato Tomás de Kempis
Reflexión diaria
No podrías menos de caer de hinojos y adorarla.
El alma que recibe la sangre divina quédase hermosa como si se vistiese de traje precioso y recamado de oro. Es esta Sangre tan deslumbradora, tan resplandeciente, que si lograses verla, no podrías menos de caer de hinojos y adorarla.
Santa María Magdalena de Pazzi
Reflexión diaria
Sucede especialmente cuando comulgo con frecuencia.
Al comulgar, siento el corazón abrasado por una llama secreta… Este fuego me deja como si ya no tuviera poder sobre mi corazón y se extiende algunas veces por todo el pecho hasta el rostro, embriagándome con tal suavidad que no sé donde estoy ni lo que hago. Esto sucede especialmente cuando comulgo con frecuencia y me causa tan ardiente sed que me parece que nada sería capaz de calmarme fuera de Dios. En una oportunidad, la Superiora me hizo perder la Sagrada Comunión, lo cual era el suplicio más cruel que pudiera sufrir en esta vida; hubiera preferido mil veces que se me hubiese condenado a muerte.
Santa Margarita María de Alacoque
Reflexión diaria
Donde está tu tesoro ahí está tu corazón.
Jesucristo dice: donde cada uno tiene su tesoro, allí tiene su corazón. Por eso los santos no estiman ni aman otro tesoro que a Jesucristo; todo su corazón y todo su afecto lo tienen en el Santísimo Sacramento.
San Alfonso María de Ligorio
Doctor de la Iglesia
Visitas al Santísimo Sacramento, 6
Reflexión diaria
La Eucaristía produce impulsos de un amor que es angélico.
La Eucaristía produce impulsos de un amor que es angélico, y tiene el poder único de poner en las almas un santo sentimiento de ternura hacia la Reina de los Ángeles. Ella nos ha dado a quien es Carne de su carne y Hueso de sus huesos, y en la Eucaristía ella continúa dándonos este banquete dulce, virginal, celestial.
San Alberto Magno
Doctor de la Iglesia
Reflexión diaria
Acerquémonos a la Eucaristía para que nuestro corazón se encienda.
El fuego es para que arda. Si tenemos en la Eucaristía la brasa, acerquémonos a ella para que nuestro corazón se encienda.
Santa Laura Montoya
Reflexión diaria
¡Por Cristo, con Él y en Él!
Un laico, una religiosa, un sacerdote… que tuviese conciencia de que ofrece la Víctima de toda Santa Misa, vería eucaristizada toda su vida. ¡Nunca estaría solo! ¡Jamás se sentiría estéril! ¡Sería el mayor obrador de la paz! ¡Su vida tendría una plenitud inaudita! ¡Sería peregrino de todas las Iglesias, de todos los altares y de todos los sagrarios!
P. Carlos Miguel Buela; “Nuestra Misa”, pág. 98
Reflexión diaria
¿Hemos llorado en la Santa Misa?
San Ignacio de Loyola lloraba con frecuencia en la Santa Misa. Nosotros, hombres de poca fe, no lloramos, pues apenas sabemos lo que hacemos cuando asistimos a la Santa Misa.
San Ignacio de Loyola; Diario Espiritual No. 14
Reflexión diaria
La Eucaristía infunde en el corazón del hombre el amor sobrenatural.
Cuando tiene a Dios en su pecho, todo el hombre queda armonizado en sí mismo…
En el Divino Sacramento el Señor está sumido en el silencio para escucharnos.
San Juan XXIII