Reflexión diaria
Una es la Iglesia Universal.
Una es la Iglesia Universal de los fieles, fuera de la cual nadie puede salvarse. En ella es a la vez sacerdote y sacrificio Jesucristo, cuyo Cuerpo y Sangre se contienen verdaderamente bajo las especies de pan y de vino en el sacramento del altar, por haberse transubstanciado, en virtud de la divina potencia, el pan en el Cuerpo y el vino en la Sangre.
Concilio Lateranense IV en 1215
Reflexión diaria
El sacerdote deja de hablar por sí mismo.
¿Cómo es que sucede el cambio del pan en el Cuerpo de Cristo? Es por medio de la Consagración. ¿Con qué palabras se logra la Consagración? Es con las palabras de Jesús. Cuando llega el momento de lograr este Sagrado Misterio, el sacerdote deja de hablar por sí mismo; entonces habla por la persona de Jesús.
San Ambrosio
Doctor de la Iglesia
Reflexión diaria
El cristianismo es una vida entera de donación.
El cristianismo más que una doctrina es una vida, una actitud total del hombre. El cristianismo o es una vida entera de donación, una transubstanciación en Cristo, o es una ridícula parodia que mueve a risa y a desprecio.
San Alberto Hurtado
Reflexión diaria
No es menos dar a las cosas su propia naturaleza, que cambiársela.
San Ambrosio, obispo de Milán, hablando con claridad sobre la conversión eucarística, dice: “Convenzámonos de que esto no es lo que la naturaleza formó, sino lo que la bendición consagró y que la fuerza de la bendición es mayor que la de la naturaleza, porque con la bendición aun la misma naturaleza se cambia”. Y queriendo confirmar la verdad del misterio, propone muchos ejemplos de milagros narrados en la Escritura, entre los cuales el nacimiento de Jesús de la Virgen María, y luego, volviéndose a la creación concluye: “Por lo tanto, la palabra de Cristo, que ha podido hacer de la nada lo que no existía, ¿no puede acaso cambiar las cosas que ya existen, en lo que no eran? Pues no es menos dar a las cosas su propia naturaleza, que cambiársela”.
San Pablo VI
Mysterium Fidei, n. 6
Reflexión diaria
No es el hombre quien convierte las cosas ofrecidas.
No es el hombre quien convierte las cosas ofrecidas en el cuerpo y sangre de Cristo, sino el mismo Cristo que por nosotros fue crucificado. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia aquellas palabras, pero su virtud y la gracia son de Dios. Esto es mi cuerpo, dice. Y esta palabra transforma las cosas ofrecidas.
San Juan Crisóstomo,Doctor de la Iglesia
De prodit. Iudae hom. 1, 6 PG 49, 380
Reflexión diaria
Nos transubstanciamos espiritualmente con Jesucristo Víctima.
Al participar personalmente en el estado de víctima de Jesucristo, nos transformamos en la Víctima divina. Como el pan se transubstancia realmente en el cuerpo de Cristo, así todos los fieles nos transubstanciamos espiritualmente con Jesucristo Víctima. Con esto, nuestras inmolaciones personales son elevadas a ser inmolaciones eucarísticas de Jesucristo, quien, como Cabeza, asume y hace propias las inmolaciones de sus miembros.
San Alberto Hurtado
Reflexión diaria
Un sacerdote con poderes de Dios.
El momento de la transubstanciación es esa hora en que se produce el Fiat Creador; en que un sacerdote, con poderes de Dios, con poderes de Cristo, realiza el más maravilloso de los milagros.
Sierva de Dios Teresa María de Jesús Ortega, op
Reflexión diaria
El sacerdote le presta a Nuestro Señor todo su ser.
Por el Sacramento del Orden, el sacerdote se capacita efectivamente para prestar a Nuestro Señor la voz, las manos, todo su ser; es Jesucristo quien, en la Santa Misa, con las palabras de la Consagración, cambia la sustancia del pan y del vino en su Cuerpo, su Alma, su Sangre y su Divinidad.
San Josemaría Escrivá de Balaguer; Amar a la Iglesia
Reflexión diaria
La Santa Misa y la entrega personal.
Para meditar sobre la unidad que existe entre el Sacrificio de la Cruz y la Santa Misa, fijemos nuestra atención en la oblación interior que Cristo hace de sí mismo, con una total entrega y sumisión amorosa a su Padre.
La Santa Misa y el Sacrificio de la Cruz son el mismo y único sacrificio, aunque estén separados en el tiempo; se vuelve a hacer presente, no las circunstancias dolorosas y cruentas del Calvario, sino la total sumisión amorosa de Nuestro Señor a la voluntad del Padre.
Ese ofrecimiento interno de sí mismo es idéntico en el Calvario y en la Misa: es la oblación de Cristo. Es el mismo Sacerdote, la misma Víctima, la misma oblación y sumisión a la voluntad de Dios Padre; cambia la manifestación externa de esta misma entrega: en el Calvario, a través de la Pasión y Muerte de Jesús; en la Misa, por la separación sacramental, no cruenta, del Cuerpo y de la Sangre de Cristo mediante la transustanciación del pan y del vino.
P. Francisco Fernández Carvajal od
Meditación de “Hablar con Dios”; Cuaresma 4ª semana, jueves
Reflexión diaria
La Epíclesis.
En la epíclesis, la Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu Santo (o el poder de su bendición) sobre el pan y el vino, para que se conviertan, por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que quienes toman parte en la Eucaristía sean un solo cuerpo y un solo espíritu.
En el relato de la institución, la fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el poder del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1353
Reflexión diaria
“Tomad y comed… Tomad y bebed…”
“Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros”. (Mt 26, 26; Lc 22, 19; 1 Co 11, 24)
“Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”. (Mc 14, 24; Lc 22, 20; 1 Co 11, 25)
Reflexión diaria
Sin la Eucaristía, la Iglesia sencillamente no existiría.
La Eucaristía es como el corazón latiente que da vida a todo el cuerpo místico de la Iglesia: un organismo social basado totalmente en el vínculo espiritual pero concreto con Cristo… Sin la Eucaristía, la Iglesia sencillamente no existiría. La Eucaristía es, de hecho, la que hace de una comunidad humana un misterio de comunión, capaz de llevar a Dios al mundo y el mundo a Dios. El Espíritu Santo, que transforma el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, transforma también a cuantos lo reciben con fe en miembros del cuerpo de Cristo, para que la Iglesia sea realmente sacramento de unidad de los hombres con Dios y entre ellos.
SS Benedicto XVI; Corpus Domini, Junio 26, 2011