Reflexión diaria
Cuanto más puros y castos, más hambre de Eucaristía tendremos.
Cuanto más pura y más casta sea un alma, tanta más hambre tiene de este Pan, del cual saca la fuerza para resistir a toda seducción impura, para unirse más íntimamente a su Divino Esposo: “Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”. (Jn. 6, 57)
SS León XIII
Reflexión diaria
¿Cuáles son los frutos y efectos que recibimos en la Comunión?
D.- La Comunión borra los pecados veniales.
“Como el alimento corporal sirve para restaurar la pérdida de fuerzas, la Eucaristía fortalece la caridad que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales (Cf. C.C. de Trento: DS 1638).
Dándose a nosotros, Cristo reaviva nuestro amor y nos hace capaces de romper los lazos desordenados con las criaturas y de arraigarnos en Él”.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1394.
En la Comunión Jesús es Médico, que suministra el remedio para la enfermedad y fortalece nuestra debilidad, preservándonos de los pecados futuros: por ello el Concilio de Trento llama a la Eucaristía “antídoto”, con el que somos liberados de las culpas cotidianas y somos preservados de los pecados mortales (Dz 875).
Reflexión diaria
¿Para qué recibimos la Sagrada Comunión?
Recibimos a Jesús en la Sagrada Comunión para que alimente nuestras almas, nos una más a Cristo y a su Cuerpo Místico, la Iglesia; nos aumente la gracia, nos aparte del pecado, borre los pecados veniales y nos preserve de futuros pecados mortales, nos conceda nuevas fuerzas para que podamos vivir como hijos de Dios y nos dé la vida eterna (Cf. Jn 5, 24).
Mons. Salvador Piñeiro García-Calderón
Reflexión diaria
En cada Santa Misa recibimos bienes inestimables.
Cada Santa Misa disminuye la fuerza de nuestras pasiones pecaminosas.
Cada Santa Misa anima a obrar bien y aumenta la castidad.
Cada Santa Misa hace más grande nuestro amor a Dios y al prójimo.
Cada Santa Misa nos comunica fuerza para sufrir con paciencia las adversidades.
Santo Tomás de Aquino op, Doctor de la Iglesia
Reflexión diaria
Venid, pues, los amadores de Dios y acercaos a esta Mesa sagrada.
¡Oh manjar divino, por quien los hijos de los hombres se hacen hijos de Dios y por quién vuestra humanidad se mortifica para que Dios en el alma permanezca!
¡Oh pan dulcísimo, digno de ser adorado y deseado, que mantienes el alma y no el vientre; confortas el corazón del hombre y no le cargas el cuerpo; alegras el espíritu y no embotas el entendimiento; con cuya virtud muere nuestra sensualidad, y la voluntad propia es degollada, para que tenga lugar la voluntad divina y pueda obrar en nosotros sin impedimento!
¡Oh maravillosa bondad que tales gracias quiso hacer a nosotros, miserables hombres! ¡Oh maravilloso poder de Dios, que así puso, debajo de especie de pan, su divinidad y humanidad y partirse él en tantas partes, sin padecer él detrimento en sí!
¡Oh maravillosa sabiduría de Dios, que tan conveniente y tan saludable medio halló para nuestra salud! Convenía, sin duda, que por una comida habíamos perdido la vida, por otra la recobrásemos, y que así como el fruto de un árbol nos destruyó a todos, así el fruto de otro árbol precioso nos reparase a todos.
Venid, pues, los amadores de Dios y acercaos a esta Mesa sagrada.
San Juan de Ávila
Doctor de la Iglesia