Reflexión diaria
Jesús se inmola por la Iglesia.
Vi durante la elevación a Jesús alzar con sus propias manos a su dulcísimo Corazón en forma de cáliz y presentarlo a su Padre. Inmolóse entonces por la Iglesia por modo incomprensible a las criaturas.
Santa Gertrudis
Reflexión diaria
El sacerdote celabra la Santa Misa in Persona Christi.
Jesucristo que ha preparado el convite ahí está para presidirle, porque no es el hombre quien transubstancia el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo, sino el mismo Jesucristo que fue crucificado por nosotros.
San Juan Crisóstomo
Doctor de la Iglesia
8ª homil in Math.
Reflexión diaria
La palabra de Cristo es la que realiza el sacramento.
Mi alimento es la carne de Dios, mi bebida es la sangre de Dios. Tal vez dices: Mi pan es común. Pero este pan es pan antes de las palabras sacramentales; cuando se añade la consagración, el pan se hace carne de Cristo. ¿Y cómo puede ser que el pan sea cuerpo de Cristo? Esta consagración ¿con cuáles palabras se realiza y de quien son estas expresiones? Del Señor Jesús. Porque todo lo demás que se dice antes, son palabras del sacerdote. Pero, cuando llega el momento de efectuar el venerable sacramento, el sacerdote ya no pronuncia sus palabras, sino las de Cristo. Luego la palabra de Cristo es la que realiza el sacramento.
San Ambrosio, Doctor de la Iglesia
De sacramentis IV, 5,24
Sobre los oficios de los ministros IV, 4,14
Reflexión diaria
Es Cristo mismo quien pronuncia la consagración.
No es el hombre quien convierte las cosas ofrecidas en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sino el mismo Cristo que por nosotros fue crucificado. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia aquellas palabras, pero su virtud y la gracia son de Dios.
San Juan Crisóstomo, Doctor de la Iglesia
De prodit. Iudae hom. 1, 6 PG 49, 380
Reflexión diaria
La oblación es siempre la misma.
La oblación es la misma, cualquiera que sea el oferente, Pablo o Pedro; es la misma que Cristo confió a sus discípulos, y que ahora realizan los sacerdotes; ésta no es, en realidad, menor que aquella, porque no son los hombres quienes la hacen santa, sino Aquel que la santificó. Porque así como las palabras que Dios pronunció son las mismas que el sacerdote dice ahora, así la oblación es la misma.
San Juan Crisóstomo, Doctor de la Iglesia
Hom. Sobre la Epístola 2 a Timoteo
Reflexión diaria
Al celebrar la Santa Misa nos hacemos santos.
Al celebrar la Santa Misa nos hacemos santos porque lo hacemos in Persona Christi, como in Persona Christi hacemos las meditaciones, la oración, la acción de gracias, la alabanza, la oblación y la intercesión.
Somos intercesores, y estas funciones in Persona Christi nos ayudan a ser santos. Estas funciones renuevan en nosotros la memoria de nuestra ordenación… No se da sólo la memoria… Celebramos y actuamos con Jesús. Nos santificamos porque la Eucaristía es fuente de la nueva evangelización.
Cardenal F. X. Nguyen Van Thuan
El Gozo de la esperanza
Reflexión diaria
La hora de nuestra Redención.
Jesús, aunque sometido a una prueba terrible, no huye ante su “hora“: “¿Qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!” (Jn 12, 27). Desea que los discípulos le acompañen y, sin embargo, debe experimentar la soledad y el abandono: “¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad, para que no caigáis en tentación” (Mt 26, 40-41). Sólo Juan permanecerá al pie de la Cruz, junto a María y a las piadosas mujeres. La agonía en Getsemaní ha sido la introducción a la agonía de la Cruz del Viernes Santo. La hora santa, la hora de la redención del mundo. Cuando se celebra la Eucaristía ante la tumba de Jesús, en Jerusalén, se retorna de modo casi tangible a su “hora“, la hora de la cruz y de la glorificación. A aquel lugar y a aquella hora vuelve espiritualmente todo presbítero que celebra la Santa Misa, junto con la comunidad cristiana que participa en ella.
San Juan Pablo II
San Encíclica Ecclesia de Eucharistia, n. 4
Reflexión diaria
La Epíclesis.
En la epíclesis, la Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu Santo (o el poder de su bendición) sobre el pan y el vino, para que se conviertan, por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que quienes toman parte en la Eucaristía sean un solo cuerpo y un solo espíritu.
En el relato de la institución, la fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el poder del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1353
Reflexión diaria
El sacrificio es siempre uno sólo.
Nosotros ofrecemos siempre el mismo Cordero, y no uno hoy y otro mañana, sino siempre el mismo. Por esta razón el sacrificio es siempre uno sólo… También nosotros ofrecemos ahora aquella víctima, que se ofreció entonces y que jamás se consumirá.
San Juan Crisóstomo