Reflexión diaria
La más perfecta acción de gracias.
Las gracias deben darse a su autor, por medio de la gratitud y reconocimiento y por el mismo conducto por donde bajan.
Santo Tomás de Aquino
Doctor de la Iglesia
Reflexión diaria
Devoción y religioso silencio.
¿Con qué respeto, con qué devoción y religioso silencio no debemos asistir a la celebración de la Santa Misa, en que el Cordero sin mancha, el Verbo Divino se inmola por nosotros?
San Leonardo de Porto Maurizio
Reflexión diaria
Se sentían como embargados de un santo temor y profundamente conmovidos.
Cuando San Ambrosio celebraba el Santo Sacrificio de la Misa, según refiere Cesáreo, y concluido el Evangelio, se volvía al pueblo, y después de haber exhortado a los fieles a un recogimiento profundo, les ordenaba que guardasen el más riguroso silencio, y así consiguió que no solamente pusiesen un freno a su lengua, no pronunciando la menor palabra, sino, lo que aún es más admirable, que se abstuviesen de toser y de moverse con ruido. Estas prescripciones se cumplían con exactitud, y por eso todos los que asistían a la Santa Misa se sentían como embargados de un santo temor y profundamente conmovidos, de manera que conseguían muchos frutos y aumento de gracia.
San Leonardo de Porto Maurizio
Reflexión diaria
¡Qué crezca en nosotros una piedad apasionada por la Santa Misa!
Al celebrar o al participar en la Santa Misa, sacerdotes y laicos han de actuar con piedad recia, doctrinal, y de forma amorosa, atenta, santamente apasionada. En la Eucaristía, donde tiempo y eternidad se encuentran, Cristo se ofrece al Padre y se nos entrega de nuevo a nosotros los hombres: merece evidentemente que correspondamos con todo el amor de que seamos capaces. Dios no nos pide solamente la entrega de un acto externo, sino que ante todo espera nuestro amor: sólo así la ofrenda puede ser perfecta, agradable a Dios.
Mons. Javier Echevarría; Sínodo de la Eucaristía, octubre de 2005
Reflexión diaria
La Eucaristía infunde en el corazón del hombre el amor sobrenatural.
Cuando tiene a Dios en su pecho, todo el hombre queda armonizado en sí mismo…
En el Divino Sacramento el Señor está sumido en el silencio para escucharnos.
San Juan XXIII