Reflexión diaria
¡Hospitalidad!
Jesús nos re-paga cien veces por la hospitalidad que le mostramos.
Santa Teresa de Jesús
Doctora de la Iglesia
Reflexión diaria
La castidad no es posible sin la Eucaristía.
La devoción al Santísimo Sacramento y la devoción a la Santísima Virgen, no son simplemente el mejor camino, sino que de hecho son el único camino para conservar la pureza. A la edad de veinte, nada sino la comunión puede conservar puro el corazón de uno… La castidad no es posible sin la Eucaristía.
San Felipe Neri
Reflexión diaria
Paraíso sobre la tierra.
La Sagrada Comunión es Paraíso sobre la tierra.
Santa Magdalena Sofía Barat
Reflexión diaria
La Pasión de Jesús.
No podemos separar la Sagrada Eucaristía de la Pasión de Jesús.
San Andrés Avelino
Reflexión diaria
Esforcémonos por no perdernos una Sagrada Comunión.
Esforcémonos por no perdernos una Sagrada Comunión, apenas si podemos causar a nuestro enemigo el diablo una mayor alegría que cuando nos alejamos de Jesús, quien suprime el poder que el enemigo tiene sobre nosotros.
Santa Margarita María Alacoque
Reflexión diaria
¡Cuéntenme como muerto!
Cuando oigan que yo no puedo ya celebrar la Santa Misa, cuéntenme como muerto.
San Francisco Javier Bianchi
Reflexión diaria
Dios es el Médico más grande.
San José Cottolengo recomendaba a los médicos de su Casa de la Divina Providencia, que oyeran la Santa Misa y recibieran la Comunión antes de comenzar sus delicadas intervenciones quirúrgicas. Esto es porque, como él dijo: “La Medicina es una gran ciencia, pero Dios es el Médico más grande”.
Reflexión diaria
¡Debería haber torrentes de lágrimas!
“¿Padre, por qué llora tanto durante la Santa Misa?”. “Hija mía, -replicó el Padre Pío,- ¿qué son esas pocas lágrimas comparadas con lo que sucede en el altar? ¡Debería haber torrentes de lágrimas!”.
Pregunta hecha a San Pío de Pietrelcina
Reflexión diaria
La Comunión Espiritual bastantes veces al día.
Si ustedes practican el Santo ejercicio de la Comunión Espiritual bastantes veces al día, en un mes se encontrarán completamente cambiados.
San Leonardo de Porto Maurizio
Reflexión diaria
Los Ángeles nos rodean como una Guardia de Amor.
La Eucaristía es ese amor que sobrepasa todos los amores en el Cielo y en la tierra.
Cuando Jesús está corporalmente presente en nosotros, los Ángeles nos rodean como una Guardia de Amor.
San Bernardo de Claraval
Doctor de la Iglesia
Reflexión diaria
¡Ni un solo día dejaríamos de participar en la Santa Misa!
Si pudierais vosotros mismos comprender la excelencia, las ventajas y los frutos de la Santa Misa, ni un solo día querríais pasar sin participar en ella.
San Pedro Julián Eymard
Reflexión diaria
¡Si tan sólo pudiéramos comprender!
¡Oh Hermanas, si tan sólo pudiéramos comprender el hecho de que mientras que las Especies Eucarísticas permanecen dentro de nosotros, Jesús está ahí, trabajando en nosotros, inseparablemente del Padre y del Espíritu Santo, y por lo tanto, toda la Santa Trinidad esta ahí!
Santa María Magdalena de Pazzi
Reflexión diaria
Jesús se posesionará de mí y yo lo poseeré a Él.
Siento una gran necesidad de ser fortalecida de nuevo por ese alimento tan Dulce que Jesús me ofrece. Esta afectuosa terapia que Jesús me da cada mañana, me desengarrota y atrae hacia Él todo el afecto que hay en mi corazón.
Ya es de noche, la mañana se acerca y entonces Jesús se posesionará de mí y yo lo poseeré a Él.
Santa Gemma Galgani
Reflexión diaria
La Carne y la Sangre de Jesús son la carne y la sangre maternal de María Santísima.
Si Adán pudo llamar a Eva al ser ella sacada de su costilla: “hueso de mis huesos y carne de mi carne” Gen 2,23, no puede la Virgen María aun con mayor derecho llamar a Jesús “¿Carne de mi carne y Sangre de mi sangre?”. Tomado de la “Virgen intacta”, la Carne de Jesús es la carne maternal de María; la Sangre de Jesús es la sangre maternal de María. Así pues, no será nunca posible el separar a Jesús de María.
Santo Tomás de Aquino
Doctor de la Iglesia
Reflexión diaria
¡Si os fuese dado ver en toda su realidad el misterio del altar!
¡Ah! Si después de la consagración os fuese dado ver en toda su realidad el misterio del altar, veríais a Jesucristo en cruz, ofreciendo al Padre sus llagas, su sangre y su muerte para salvación vuestra y la del mundo. Veríais cómo los ángeles se postran alrededor del altar asombrados y casi espantados ante lo que se ama a criaturas indiferentes o ingratas. Oiríais al Padre Celestial deciros como en el Tabor contemplando a su Hijo: “Este es mi Hijo muy amado y el objeto de mis complacencias; adorad y servidle con todo vuestro corazón”.
San Pedro Julián Eymard