Reflexión diaria
Los nombres del Banquete del Señor: E. Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección.
En la Eucaristía la comunidad no se celebra a sí misma, sino que descubre y celebra siempre de nuevo la presencia del paso salvador de Cristo a través de la pasión y la muerte hasta la vida.
YouCat, n. 212
Reflexión diaria
Los nombres del Banquete del Señor: D. Asamblea Eucrística.
La celebración del Banquete del Señor es también una asamblea de “Acción de Gracias”, en la que le Iglesia encuentra su expresión visible.
YouCat, n. 212
Reflexión diaria
Los nombres del Banquete del Señor: C. Fracción del Pan.
La “Fracción del Pan” era un antiguo rito del banquete judío, que Jesús utilizó en la Última Cena para expresar su entrega “por nosotros” (Rom 8,32). En la “Fraccción del Pan” lo reconocieron los discípulos después de la Resurrección. La comunidad primitiva llamaba “Fracción del Pan” a sus asambleas eucarísticas.
YouCat, n. 212
Reflexión diaria
Los nombres del Banquete del Señor: B. Banquete del Señor.
Cada celebración eucarística es aún hoy el mismo banquete que celebró Jesús con sus discípulos, y al mismo tiempo la anticipación del banquete que el Señor celebrará con los redimidos al final de los tiempos. No somos nosotros los hombres los que hacemos la celebración, es el Señor quien convoca a ella y está presente en ella de un modo misterioso.
YouCat, n. 212
Reflexión diaria
Los nombres del Banquete del Señor: A. Santo Sacrificio de la Misa.
El único sacrificio de Cristo, que completa y supera todos los sacrificios, se hace presente en la Eucaristía. La Iglesia y los creyentes se incluyen a sí mismos, con su entrega, en el sacrificio de Cristo. La palabra misa viene de la frase de despedida (al final de la Santa Misa) en latín, Ite missa est, ¡Id, sois enviados!
YouCat, n. 212
Reflexión diaria
¿Qué nombres hay para el banquete de Jesús con nosotros y qué significan?
Santa Misa,
Sacrificio de la Misa,
Banquete del Señor,
Fracción del Pan,
Asamblea Eucarística,
Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección,
Santa y Divina Liturgia,
Santos Misterios,
Santa Comunión.
YouCat, n. 212
Reflexión diaria
¿Cómo instituyó Jesús la Eucaristía?
Porque yo he recibido una tradición que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía”. Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía” (1 Cor 11,23-25).
Este relato, el más antiguo acerca de los acontecimientos que tuvieron lugar en el Cenáculo, procede del Apóstol Pablo, quien, sin ser testigo presencial, escribió lo que se conservaba como misterio sagrado en la joven comunidad cristiana y se celebraba en el culto divino.
YouCat, n. 210
Reflexión diaria
“¡Tú serás transformado en mí!”
Era como si oyera una voz de lo alto: “Soy el alimento de los fuertes; ¡crece y aliméntate entonces de mí! Pero tú no me transformarás en ti como un alimento corporal, sino que tú serás transformado en mí”.
San Agustín, Doctor de la Iglesia
Reflexión diaria
La Santa Misa nos hace considerar la vida, pasión y muerte de Jesús.
La Santa Misa nos hace considerar la vida, pasión y muerte de Jesús, a la cual le sigue su gloriosa resurrección, con la diferencia de que todo esto fue vivido por la humanidad de Cristo y se cumplió durante el transcurso de 33 años, pasados realmente en las diferentes vicisitudes de la vida, mientras que en la Santa Misa, místicamente y en un breve espacio de tiempo, se renueva todo, en un estado de verdadero aniquilamiento, en el que las especies sacramentales contienen a Jesús vivo y verdadero, hasta que no lleguen a consumirse; de manera que después ya no existe su presencia sacramental en nuestros corazones, sino que regresa al seno de su divino Padre, como cuando resucitó de la muerte. Y luego, al ser consagradas nuevamente en la Santa Misa otras especies, desciende de nuevo a tomar el estado de víctima de paz y de amor propiciatorio, por lo que se renueva su estado sacramental para provecho nuestro, como viadores, y para satisfacción y gloria de su eterno Padre.
Así, en el sacramento, nos recuerda la resurrección de nuestros cuerpos a la gloria, ya que, como él, cesando su estado sacramental se va a residir al seno de su Padre, así las almas humanas, cesando su estado de vida presente, pasarán a morar eternamente en las moradas del cielo en el seno de Dios, mientras que nuestros cuerpos se consumarán al igual que las especies sacramentales, como si ya no tuvieran existencia; pero después, con un prodigio de la omnipotencia de Dios, adquirirán la vida el día de la Resurrección Universal, y unidos a la propia alma se irán a gozar, si fueron buenos, la eterna bienaventuranza de Dios; mas en el caso contrario, se apartarán de Dios, para sufrir los más atroces y eternos tormentos.
Sierva de Dios Luisa Piccarreta; Diario, volumen 1
Reflexión diaria
¿En qué se transforman los que reciben la Eucaristía? En cuerpo de Cristo.
Con la comunión eucarística la Iglesia consolida también su unidad como cuerpo de Cristo. San Pablo se refiere a esta eficacia unificadora de la participación en el banquete eucarístico cuando escribe a los Corintios: “Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan” (1 Co 10, 16-17). El comentario de san Juan Crisóstomo es detallado y profundo: “¿Qué es, en efecto, el pan? Es el cuerpo de Cristo. ¿En qué se transforman los que lo reciben? En cuerpo de Cristo; pero no muchos cuerpos sino un sólo cuerpo. En efecto, como el pan es sólo uno, por más que esté compuesto de muchos granos de trigo y éstos se encuentren en él, aunque no se vean, de tal modo que su diversidad desaparece en virtud de su perfecta fusión; de la misma manera, también nosotros estamos unidos recíprocamente unos a otros y, todos juntos, con Cristo”. La argumentación es terminante: nuestra unión con Cristo, que es don y gracia para cada uno, hace que en Él estemos asociados también a la unidad de su cuerpo que es la Iglesia. La Eucaristía consolida la incorporación a Cristo, establecida en el Bautismo mediante el don del Espíritu (1 Co 12, 13.27).
San Juan Pablo II
Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia, n. 23.
Reflexión diaria
Debéis conocer lo que debéis recibir a diario.
Reflexión diaria
“¡Ofreciéndonos como hostia viva…!”
Invocando la materna protección de María Santísima, pidamos que cada vez que participemos en la Eucaristía nos hagamos también testigos de la caridad, que responde al mal con el bien (cf. Rm 12,21), ofreciéndonos como hostia viva a quien amorosamente se entregó por nosotros. Caminemos a la luz de Cristo, que es el que puede destruir la tiniebla del error. Supliquémosle que, con el valor y la reciedumbre de los santos, lleguemos a dar una respuesta libre, generosa y coherente a Dios, sin miedos ni rencores. Amén.
Homilía del Santo Padre Benedicto XVI
Plaza de la Revolución José Martí, La Habana
Reflexión diaria
Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin.
El Señor, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin. Sabiendo que había llegado la hora de partir de este mundo para retornar a su Padre, en el transcurso de una cena, les lavó los pies y les dio el mandamiento del amor. Para dejarles una prenda de este amor, para no alejarse nunca de los suyos y hacerles partícipes de su Pascua, instituyó la Eucaristía como memorial de su muerte y de su resurrección y ordenó a sus apóstoles celebrarlo hasta su retorno, “constituyéndoles entonces sacerdotes del Nuevo Testamento”.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1337
Reflexión diaria
Los soldados de Cristo se han de armar de una fe incorrupta.
No creamos que lo que ahora viene es lo mismo que lo pasado: se acerca un combate más fuerte y más cruel, para el que los soldados de Cristo se han de armar de una fe incorrupta y de un valor vigoroso, pensando que para eso beben cada día el cáliz de la Sangre de Cristo, para que también ellos puedan verter por Cristo su sangre.
Armemos pues la mano derecha con la espada del espíritu, para que rechace con valentía los sacrificios funestos, se acuerde de la Eucaristía y abrace al Señor con la misma mano que recibe su Cuerpo, y que después ha de recibir el premio de las coronas celestiales.
San Cipirano; Carta 58, 1y9: BCG 255, 246, 254-255
Reflexión diaria
La Eucaristía es como la zarza ardiendo que no se consume.
Realmente el misterio eucarístico es como la zarza ardiendo (Ex 3,2), que no se consume, con lo que se cumple la promesa del Señor: “He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo ( Mt 28,20).
P. Guillermo Pons; La Eucaristía en los textos de los Padres de la Iglesia.