Reflexión diaria
El mismo dinamismo del banquete pascual.
En el camino de Emaús encontramos el mismo dinamismo del banquete pascual de Jesús resucitado con sus discípulos: en el camino les explicaba las escrituras; luego, sentándose a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio Lc 24,13-35.
Catecismo de la Iglesia Católica n. 1347
Reflexión diaria
Cristo mismo es quien preside invisiblemente.
Cristo es el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza. Él mismo es quien preside invisiblemente toda celebración eucarística.
Catecismo de la Iglesia Católica n 1348
Reflexión diaria
¿Por qué el Verbo se hizo carne?
El Verbo se encarnó para hacernos “partícipes de la naturaleza divina” (2 P 1, 4): “Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios” San Ireneo de Lyon. “Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios” San Atanasio de Alejandría “El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres”. Santo Tomás de Aquino
Catecismo de la Iglesia Católica n. 460
Reflexión diaria
La Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo.
La Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como venera también el Cuerpo del Señor. No cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 103
Reflexión diaria
¿Por qué el Verbo se hizo carne?
El Verbo se encarnó para hacernos “partícipes de la naturaleza divina” (2 P 1, 4): “Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios” (San Ireneo de Lyon). “Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios” (San Atanasio de Alejandría). “El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres” (Santo Tomás de Aquino).
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 460
Reflexión diaria
No se puede faltar a la Santa Misa los días festivos.
¿Se puede sustituir la Santa Misa en días festivos con otra práctica o con una Santa Misa en otros días o la Santa Misa por televisión o radio?
Esto no es posible: tanto porque la Eucaristía es el único acto de culto verdaderamente digno de Dios, como porque estaría abiertamente contra el mandamiento que ordena santificar la fiesta. Es especialmente en el domingo, memorial de la Pascua, cuando los fieles se sienten y son comunidad, Pueblo de Dios e Iglesia, unidos por el Espíritu de Cristo muerto y resucitado.
Aci prensa
Reflexión diaria
¿Debemos ir a la Santa Misa los domingos y los días de fiesta?
¿Es grave la obligación de participar en la celebración de la Eucaristía los días festivos?
La Santa Misa en días festivos funda y confirma todo comportamiento cristiano, por lo cual aquellos que deliberadamente y sin un real impedimento (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) no observan esta obligación cometen pecado mortal (cf Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2181).
Reflexión diaria
El precepto dominical.
¿Qué actos de culto están prescritos para el domingo y las otras fiestas de precepto?
La Iglesia ha especificado el tercer mandamiento con el precepto de la participación en la celebración de la Eucaristía. “Satisface tal precepto quien asiste a la Santa Misa, dondequiera que se celebre el rito católico, en el mismo día de la fiesta o en la tarde del día precedente”(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2180).
Reflexión diaria
Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin.
El Señor, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin. Sabiendo que había llegado la hora de partir de este mundo para retornar a su Padre, en el transcurso de una cena, les lavó los pies y les dio el mandamiento del amor. Para dejarles una prenda de este amor, para no alejarse nunca de los suyos y hacerles partícipes de su Pascua, instituyó la Eucaristía como memorial de su muerte y de su resurrección y ordenó a sus apóstoles celebrarlo hasta su retorno, “constituyéndoles entonces sacerdotes del Nuevo Testamento”.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1337
Reflexión diaria
“Un solo acto de culto”
La liturgia de la Palabra y la liturgia Eucarística constituyen juntas “un solo acto de culto”; en efecto, la mesa preparada para nosotros en la Eucaristía es a la vez la de la Palabra de Dios y la del Cuerpo del Señor.
He aquí el mismo dinamismo del banquete pascual de Jesús resucitado con sus discípulos: en el camino les explicaba las Escrituras, luego, sentándose a la mesa con ellos, “tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio”.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1346-1347.
Reflexión diaria
Acoger en la fe el don de la Eucaristía es acoger a Jesús mismo.
El primer anuncio de la Eucaristía dividió a los discípulos, igual que el anuncio de la pasión los escandalizó: “Es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo?”. La Eucaristía y la cruz son piedras de tropiezo. Es el mismo misterio, y no cesa de ser ocasión de división. “¿También vosotros queréis marcharos?”: esta pregunta del Señor resuena a través de las edades, como invitación de su amor a descubrir que sólo El tiene “palabras de vida eterna”, y que acoger en la fe el don de su Eucaristía es acogerlo a El mismo.
Catecismo de la Iglesia Católica, 1336.
Reflexión diaria
La Epíclesis.
En la epíclesis, la Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu Santo (o el poder de su bendición) sobre el pan y el vino, para que se conviertan, por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que quienes toman parte en la Eucaristía sean un solo cuerpo y un solo espíritu.
En el relato de la institución, la fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el poder del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1353
Reflexión diaria
La Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe.
Por la celebración eucarística nos unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna cuando Dios será todo en todos (cf 1 Co 15, 28).
La Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe: “Nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar” (San Ireneo de Lyon).
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1326-1327
Reflexión diaria
En el Banquete Pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia.
Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1323
Reflexión diaria
La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana.
La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los que han sido elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados más profundamente con Cristo por la Confirmación, participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1322